La pandemia o (la Pandemia, quizá a estas alturas ya habría que escribir la palabra en mayúscula) ha cambiado la forma de acceder al conocimiento.
Antes, cuando querías aprender un idioma, preguntabas en una escuela y, en la mayoría de los casos, los precios de las clases no eran baratos. Y, por cierto, eso se asumía. Ahora, ha habido un cambio: puedes dar clases de español, chino o letón desde el ordenador y a precios ridículos (para el profesor), pero perfectos para el alumno.
¡Qué bien!, ¿verdad? Pues sí. Es ciertamente cómodo tanto para el tutor como para el estudiante. Ahorras tiempo en desplazamientos, no tienes que moverte y aprendes igual. Y, además, muchísimo más barato que en una academia.
Repito, a precios ridículos para los profesores, pero más que accesibles para los estudiantes.
Esto es posible debido a la enorme competencia que hay en las plataformas de aprendizaje de idiomas más populares en internet. Todos los que buscan aprender una lengua las conocen. ¿Hay ventajas? Sí, claro: clases por precios irrisorios. Y si buscas clases de español latino, más baratas todavía. ¿Por qué? Porque muchos profesores están acostumbrados a manejar los precios que hay en sus respectivos países. Pero me pregunto si esto debería ser así. Es decir, las clases de español están destinadas a estadounidenses, alemanes, austriacos, japoneses, suizos… Un público con un poder adquisitivo notable.
Si tiramos el precio de la clase lo único que hacemos en empobrecer la profesión.
Por otro lado, la gran competencia que hay en estas plataformas hace que te veas obligado como profesor a bajar el precio de tus lecciones. Si se te ocurre poner la clase a veinte euros la hora, olvídate de conseguir alumnos. Aunque tus clases se impartan de forma profesional.
Ahora voy a centrarme en las lecciones de español. ¿Por qué estas son mucho más baratas que las de francés o inglés (con nativos) si, precisamente, quienes contratan clases de estos idiomas son, entre otros, hispanohablantes, con un poder adquisitivo mucho menor? ¿Son el francés o el inglés idiomas de un prestigio mayor que el español?
No, pero ellos se lo creen. Y eso hace que pongan el precio de sus lecciones al nivel que manejan en sus países, aunque muchos de los destinatarios de estas clases quizá no tengan tantos recursos económicos, y cuando quieren aprender inglés o francés tengan que hacer verdaderos esfuerzos para sufragar las clases.
Así que aquí estamos los españolitos/latinos tirando el precio de nuestras lecciones y prácticamente pidiendo limosna por nuestro conocimiento, por una especie de complejo de pobres.
Desde aquí quiero reivindicar la figura del profesor de idiomas que tras la experiencia de los años y sus titulaciones necesita comer, y debería trabajar, no mendigar.
Últimamente he subido un poquito el precio de mis clases, y sí, algún estudiante se ha marchado, pero también es necesario hacer filtro de vez en cuando. Y al final, alcanzas el mismo dinero que antes, pero trabajando menos.
No está mal. Quizá habría que pensarlo así.
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